El suelo agrícola es la base de cualquier cultivo, y aunque a veces parezca que simplemente es una superficie sin más, debemos darle su importancia. En él, nace y se desarrolla nuestra cosecha hasta producir el rendimiento deseado. Por este motivo, si quieres obtener unos cultivos rentables, debes prestarle al suelo la atención necesaria y la importancia que merece.

El color del suelo agrícola determina la fertilidad del mismo, aspecto esencial para los objetivos de cualquier explotación. Ten en cuenta que su tonalidad variará según la cantidad de agua y oxígeno que se almacenan en las capas de la misma tierra.

¿Cómo identificar el tipo de suelo en los cultivos?

A continuación, te ofrecemos dos técnicas que te ayudarán a reconocer el tipo de suelo agrícola del que dispones. De esta manera, sabrás qué tipo de cosecha se adecúa más a las circunstancias del terreno.

Visualmente

La forma más natural y sencilla, es realizar una observación al detalle a pie de campo. Fíjate muy bien en los siguientes aspectos que te servirán de ayuda.

  • Tonalidad del suelo: si es claro, estás frente a un terreno constituido por arena, si es rojo su tendencia es a las arcillas, y si es negro, a los limos.
  • Textura: si al mojar la superficie, ésta se desintegra sin poder formar ninguna figura, el suelo del que dispones es arenoso. Si puedes realizar formas, se trata de un suelo arcilloso. Y si por el contrario, la tierra permite realizar formas que seguidamente de desintegran, se trata de un suelo limoso.

Analíticamente

Este es el medio más exacto que mayor información nos puede aportar. Esta vía consiste en la recogida de muestras de diferentes zonas del terreno y a su vez, de diferentes capas de la tierra también. Paralelamente, sería correcto medir el ph para conocer el grado de acidez o salinidad del propio suelo.

Además de indicarnos el tipo de suelo, podremos saber cuál es la cantidad de nutrientes y de materia orgánica de la que disponemos en nuestro campo.

¿Cuál es el periodo aconsejable para realizar este análisis? Cada dos o tres años es perfecto, ya que, podremos ir mejorando gradualmente la fertilidad de nuestro suelo agrícola.

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